Nilsa Ramos Pastrana, Presidenta.
Luego de una preparación tanto espiritual como histórica, empecé a realizar mi turno como cofrade en el Altar de la Patria. Todo comenzó venciendo los miedos; temor a equivocarnos, a no saberlo todo, a enfrentarnos a personas que no conocemos, a extranjeros con diferentes visiones, a peregrinos. Sucedió en los primeros intentos.
De ahí pasé a sentirme más cómoda y aliviada con la responsabilidad que asumí al hacerme miembro de la cofradía. A ver los visitantes como mis hermanos que venían a pedir alguna información, a llevarse una parte de la historia de Puerto Rico; pero sobre todo venían a orar, a pedirle con devoción al Santísimo Cristo de toda la Nación Puertorriqueña. En la medida que ellos me lo permitían, les pedía que oraran por Puerto Rico y todas las situaciones que aquejan a nuestros hermanos, y sobre todo, que se llevaran a la isla en su corazón.
Las experiencias han sido muchas y variadas. Turistas de todas nacionalidades posibles, grupos de estudiantes ávidos de información, personas de todas las edades que desconocían los eventos históricos que ocurrieron en esas salas donde se encuentra el Altar de la Patria y la Capilla del Santísimo Cristo de toda la Nación Puertorriqueña. Preguntas y más preguntas….
Una experiencia muy significativa fue la de un joven de Estados Unidos, específicamente de Texas, quien me dijo que en su corazón estaba madurando la idea del sacerdocio. Me pidió que orara con él y por él frente al Santísimo Cristo ya que sentía que debía hacerlo en ese momento y de esa manera. Estuvimos orando por mucho tiempo y aunque seguían llegando visitantes, me quedé con él como me lo pidió. Terminada su oración me dijo sonriente que ya sabía lo que tenía que hacer. Me regaló un hermoso crucifijo de madera y me dio las gracias. Se fue alegre y yo también porque estoy segura que tuvo contestación a su oración.